miércoles, 19 de marzo de 2008

METÁFORA TESTICULAR

“Los huevos, los así llamados para referirnos vulgarmente a los testículos, han sido siempre los eternos segundones.” Así de diáfano y directo se manifestó Rudolph Brieggman en su última conferencia en el duodécimo Congreso de Anatomía y Metáfora. “Los huevos sólo viven en plenitud en el lenguaje figurado. Los huevos son la metonimia de un sinfín de rasgos que se aplican arbitrariamente al género masculino, sin que nadie haya justificado el porqué de tal uso. Tener muchos huevos, por ejemplo, viene a significar presencia de valor, de coraje, de extrema valentía para hacer frente a empeños más o menos arriesgados. Para decir lo contrario, basta con usar la expresión ser un gallina. Pero, he aquí la paradoja: un varón, a no ser una posible mutación genética, suele tener dos huevos, mientras que una gallina puede, a lo largo de su vida, superar esa cifra.” Esta contradicción descrita es lo que se ha dado en llamar la “Paradoja Brieggman”, que muchos expertos han querido refutar refiriéndose a que el concepto huevos viene a denotar una inclinación del ánimo del ser humano que no se puede establecer como paradoja por su relación con los otros significados del concepto. “Los significados de un significante pueden coexistir pacíficamente en su polisemia.” Estas son las palabras de Erggman Culions, máximo detractor de la “Paradoja Brieggman”. En definitiva, y según Culions, huevos vendría a ser en determinados momentos del habla un concepto metafísico. Brieggman defiende sus argumentos aduciendo que para poseer valor no es condición necesaria y suficiente el hecho de estar dotado de huevos. Tergson, seguidor de Erggman Culions, alude a la estrechez de miras de Rudolph Brieggman, a quien acusa de tener una percepción en exceso anatomista y de no saber disfrutar de las expresiones de la lírica popular.

Pero Brieggman no se amilana ante los ataques que recibe su teoría y expone otro ejemplo del mal uso del término huevos: estar hasta los huevos. “Dicha expresión viene a referirse al hecho de estar cansado, harto de una determinada situación o conducta de una persona, las cuales son experimentadas como muy molestas. La localización anatómica habitual de los testículos se halla a una altura inferior a la mitad del cuerpo del varón. Pues bien, si un individuo expresa que está hasta los huevos, tampoco ha de estar muy molesto, quizás ligeramente incómodo en comparación con otras expresiones más ilustrativas en lo que se refiera la connotación asfixiante de una situación molesta, como, por ejemplo: estar hasta la coronilla o estar con el agua al cuello, expresiones más rotundas y explícitas, anatómicamente hablando.”

Brieggman continúa la exposición de su teoría con otro ejemplo paradójico, la expresión me toca los huevos. Rudolph Brieggman viene a explicar que lo que el emisor quiere comunicar es que se encuentra molesto o que alguna labor que tiene que llevar a cabo es de naturaleza penosa en su ejecución. Brieggman, ante el asombro del auditorio, expone abiertamente que cuando a él le han tocado los testículos jamás ha sentido una molestia o que el acto le haya resultado de carácter penoso. “Todo lo contrario. Suelo disfrutar.” Sin embargo, Erggman Culions alega que la afirmación me toca los huevos posee un carácter de relatividad que trastoca definitivamente la teoría de la “Paradoja Brieggman”. “El acto de tocar, afirma Culions, se puede describir en un continuo que va desde la leve caricia hasta el sentido apretón. El punto del continuo en el que se halle la intención del hablante se puede averiguar a partir de su prosodia, de cómo entona el emisor la frase: si la entonación es relajada y profunda, el sujeto vive una sensación de placer, pero si ésta es seca y violenta, está experimentando una sensación de displacer. En definitiva, todo depende de la presión del tacto.”

Mientras los partidarios de Brieggman proponen una reestructuración profunda de la metáfora testicular, los seguidores de Culions quieren conservar el popular uso del lenguaje figurado de los huevos. El eminente semiólogo Emerson Truncarson destaca el carácter en exceso realista de la teoría de Brieggman frente al lírico de los argumentos de Culions; dice que si bien los preceptos de la “Paradoja Brieggman” son formalmente lógicos y sugestivos, los defendidos por Culions son graciosos y chocantes. “Nunca había llegado a pensar en mis testículos como objeto de metáfora. Yo, que me conformaba con que estuvieran siempre en el lugar acostumbrado y asearlos de vez en cuando, dice Truncarson. Ahora los miro y pienso en las miles de posibilidades lingüísticas que tienen; ellos, los eternos segundones, siempre quedándose en las puertas de las fiestas, ascendiendo o bajando en su rutina por mantener su temperatura ideal, aguantando los envites del genital protagonista, estoicos en su papel de pelotas en un frontón. Pero, ahora, la luz les llega a ellos en forma de expresiones populares figuradas, recobran el aliento de los que son rescatados del ostracismo.” Y con estas palabras de Emerson Truncarson, cerramos esta exposición de un debate que aún continúa, esperando que algún día se llegue a una conciliación de posturas que aclare el intrincado panorama de la metáfora testicular.

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