miércoles, 19 de marzo de 2008

EL NUDISMO AL DESNUDO

No se sabe a ciencia cierta cuáles fueron los orígenes del nudismo, aunque todos los expertos coinciden que fueron uno o más individuos pertenecientes a la especie humana quienes dieron el primer paso al despojarse de sus vestimentas frente a sus congéneres y darse un baño totalmente desnudos en la playa más cercana. Antoine Anchante, sesudo investigador del fenómeno, especula con la posibilidad de que fueran unos bañistas franceses que, encontrándose disfrutando de las virtudes del agua del mar, fueron sorprendidos por una violenta ola que arrancó sus trajes de baño. Los sujetos mantuvieron sus cuerpos sumergidos en el agua, avergonzados ante la posibilidad de que los otros contemplaran sus cuerpos desnudos sin que mediara algún tipo de compromiso, más o menos explícito, de relación sentimental profunda. Pasaron las horas y continuaban sumergidos, disimulando su azoramiento hablando de asuntos tan recurridos como el clima o la humedad del agua. De repente, una de las damas preguntó la hora y se hizo el silencio. Por aquel entonces, no existían los relojes de pulsera sumergibles, tan sólo los de bolsillo. Antoine Anchante dice que, posiblemente, y basándose en documentos históricos que aún se conservan, fue un joven de origen centroeuropeo, de nombre Bradford Brieggman, el que, armándose de valor, espoleado por la gallardía que corresponde al varón, que ha de servir a una dama en sus solicitudes, salió del agua en busca de su reloj de bolsillo. Observando la valentía y el aplomo con el que el joven se mostraba desnudo públicamente, el resto de los varones emularon al gallardo muchacho. Estando fuera del agua, uno de ellos comentó divertido: Tampoco se está tan mal de esta guisa, a lo que los demás asintieron convencidos y animados, y conminaron a las damas a que hiciesen lo propio, comunicándoles que no habrían de temer por sus virtudes, ya que un caballero es un caballero, sea con vestimenta o sin ella. Y así procedieron las damas. Antoine Anchante nos explica de esta manera cómo se creó la primera colonia nudista. De la hipótesis de Anchante, se deduce que fueron tres las causas del nudismo:

a) La casualidad en forma de violenta ola de mar;

b) La ausencia de relojes de pulsera sumergibles;

c) La gallardía de un joven centroeuropeo.

Samuel Peláez afirma que los postulados en los que se basa Anchante carecen de fundamento y que son de una ingenuidad absoluta. Apela a que la ausencia de relojes de pulsera sumergibles no es un factor explicativo suficiente del fenómeno, añadiendo, además, que si el hecho de poseer un reloj de bolsillo hubiera sido una de las condiciones necesarias, esto situaría el origen del nudismo en la clase burguesa, cuando Peláez sostiene que el nudismo surgió de una necesidad proletaria: “La clase obrera, sometida a todo tipo de penurias, no se podía costear un traje de baño. Así que hicieron de la necesidad virtud. Lo demás son excusas.”

Estos dos supuestos despojan del valor ideológico que se le supone al fenómeno del nudismo. Samuel Peláez afirma que fue una ideología a posteriori: “La gente busca pretextos para todo; yo aún me ducho desnudo y no tengo porqué justificarme”, afirma Peláez. Goldfried Brieggman dice en su libro Antropología del desnudo, que “el concepto de desnudo es un concepto social y que sólo existe como tal en contraposición a ir vestido.” “Si no existiera la ropa, observa Brieggman, el nudismo, como práctica concreta, no existiría porque sería un hecho común y cotidiano, aunque, eso sí, pasaríamos bastante frío.”

Ante la explosión del nudismo y la proliferación de dichas colonias, las compañías textiles comenzaron a inquietarse, y ese fue el motivo real, afirma Brieggman, del que los trajes de baño comenzaran a acortarse. “Pero fue una batalla perdida, dice Brieggman. Ir con traje de baño, significaba ir todavía vestido.” Por esta razón, la compañía textil Ropa y Mar (Wear & Sea Inc.) inició una campaña de promoción de “Playas Supuestamente Nudistas”, basándose en el lema que decía: “Debajo del bañador todos suponemos que vamos desnudos”. Pero fue un fracaso, y el directivo Marcus Friggers, creador de tal ingenio, tuvo que dimitir: “Lo que pasa es que la gente no tiene imaginación”, alegaba en su defensa.

A tenor de lo sucedido, otra compañía textil, la Ropajes Incorporated, ideó unos trajes de baño revolucionarios que cubrían brazos, abdomen y muslos, dejando al descubierto las zonas pudendas. La compañía cayó en descrédito y posteriormente en la bancarrota: Los subversivos bañadores eran utilizados para otros menesteres alejados de playas y colonias nudistas. “Las compañías textiles no podían hacer nada contra la creciente ola de nudismo, escribe Brieggman en su Antropología del desnudo, hasta bajaron las ventas invernales de leotardos y jerséis de cuello vuelto; la carne se abría paso a través del tejido.”

Para Brieggman, el nudismo no es fruto de una casualidad o de una necesidad, tal y como sostiene Anchante y Peláez, respectivamente, sino más bien de una indecisión que generó en rebeldía: “Los individuos no sabían qué ponerse para ir a la playa, se encontraban presionados por las alternativas existentes de color, tamaño y forma. Así que, donde surge una fuerza en un sentido, aparece otra en sentido contrario: es el sino de lo social; y los sujetos mostraron su inconformismo bañándose en pelotas.” La sociedad occidental se volvía a escindir, especialmente en verano. “Occidente volvía a dividirse y enfrentarse”, afirma Brieggman.

Terminaremos la exposición con unas palabras de Brieggman: “Personalmente, no estoy ni a favor ni en contra del nudismo o del bañadorismo. Ambas me parecen prácticas totalmente lícitas, pero que yo no practico: por un lado, soy muy pudoroso; por otro, los bañadores me sientan realmente mal. Así que me decanté por el submarinismo. Todos debemos ser consecuentes con lo que escogemos y yo, en el fondo, disfruto mucho con mi elección.”

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